Mes: febrero 2025

Autor: Christian Delgado
Italo Calvino explicaba que una obra clásica “nunca termina de decir lo que tiene que decir”. Así lo demuestra Christian Delgado con el acercamiento al clásico, El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde.
En un (re)lectura que contrapone a Lord Henry y Dorian Gray, se muestran dos perspectivas de una vida entregada al goce hedonista y, también, evidencian la complejidad de la obra de Wilde y su intento por matizar el concepto de moralidad.

Autora: Rebeca Toala
¿Qué ocurre en la reconstrucción de un espacio nebuloso zambullido en el pretérito? Cementerio de moscas, de la escritora guayaquileña María Paulina Briones, hace posible el extravío que sucede en el intento de volver a transitar las memorias. Sus cuentos exponen lo siniestro de lo cotidiano, envueltos en una peculiar añoranza que nunca deja de sostenernos. Aquí sus personajes hurgan en las tinieblas de los recuerdos que habitaron junto a otros que también existen en sueños de terrazas conectadas. La muerte que acompaña a este cementerio nos invita a un recorrido por cada una de sus tumbas.

Autora: Cesia Morán Culcay
“Visceral” de María Fernanda Ampuero empieza con un listado de cosas que escuecen en el estómago colérico. Enumera los golpes que recibe el cuerpo por discursos violentos que se pasean por las avenidas, en cada esquina, con las cremalleras de los pantalones abiertas y sin camisetas. Campantes.
Entonces, ¿qué hacer con toda esa rabia acumulada? La solución de Ampuero es escribirla, sean cartas, memorias o ensayos. Lo escribe. En esta obra, con capítulos que acogen narraciones poéticas de moscas verdes, o crónicas que desconocen el tiempo; Ampuero reúne su rabia y habla de la violencia contra los cuerpos, los feminicidios, la ausencia y la gordofobia.

Autora: Lourdes Alexandra González
En Las cosas que perdimos en el fuego, la escritora y periodista argentina Mariana Enríquez transforma lo cotidiano en terror. A través de la violencia, la marginalidad y el miedo en entornos urbanos, lo real y lo macabro se entrelazan, creando espacios que hablan por sí mismos, impregnados de una tensión constante. Los personajes de estos cuentos transitan entre la vulnerabilidad y la resistencia, enfrentándose a situaciones desgarradoras y sombrías. Con un estilo inquietante, Enríquez convierte los miedos en una experiencia visceral, exponiendo temores humanos y comunes, que logran conectar con lo más íntimo del lector.